Tras un largo camino llegó con sus maletas y con lo puesto al portal de una gran casona. Hacía sol y un tiempo estupendo, el verano rebosante de esperanza y de alegría la rodeaba. Se sentó encima de una piedra y comenzó a observarla. Era hermosa, simple, pero bella. Tenía un color crema con tacto arenoso y detalles con mampostería de piedra. En los muros de la fachada se abrían ventanales con carpintería de madera. El tejado de tejas de arcilla y a dos aguas. A su alrededor, una pradera verde brillante con unos cuantos árboles. A lo lejos veía vacas pastando y aves rapaces en el cielo. Allí sentada era completamente feliz. Comenzó a recordar todo lo que le había conducido hasta esa casa: las direcciones de partida, las personas que se había encontrado en el camino, lo que le había motivado a comenzar a andar, otros caminos que podría haber escogido pero no escogió... Pensaba, curiosa, en la grandeza de la casa, se la imaginaba ¿cómo sería por dentro? ¿vivirá alguien ahí? ¿le acogerían ...
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